Y seguimos subiendo y compartiendo la mejor revista de los ochenta. Este nuevo número de La Bicicleta trae, era que no, un cancionero y una crónica dedicada a cubrir los pormenores de un curioso Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar. Lo que tiene de curioso es que en esta oportunidad, y en plena dictadura fascista, subirían al escenario Chico Buarque, Pablo Milanés, León Gieco, Soledad Bravo, Quilapayún, entre otros artistas de esa magnitud. Todo gracias al empeño de un representante artístico que formó parte del conocido grupo musical Los Huasos Quincheros y que en un viaje de estos último a la Unión Soviética, decidió pedir asilo político. Exquin, que es como se le llama en esta crónica para así preservar su verdadera identidad a salvo, hizo todas las gestiones para poder traer al país a este grupo de comprometidos artistas de la canción latinoamericana. Como imaginarán, esto no es sino una tomadura de pelo de Rude Cindocox, primo del colaborador de la Bicicleta llamado Rudecindo Cox. Da mucha risa leerla. El cancionero incluye canciones de varios de estos "invitados" y de otros grandes músicos como Rubén Blades, Amparo Ochoa, Daniel Viglietti, Patricio Manns, entre otros. Como siempre, los acordes son del gran Álvaro Godoy
En cuanto a narrativa, este número trae una selección del libro maya Popol Vuh. Por cierto, muchísimo antes que Andrés Pérez nos ofreciera esa hermosa puesta en escena del mágico libro con su Circo Teatro. Si mal no recuerdo, esto último fue a comienzos de los años noventa.
Siguiendo con el tema veraniego, Antonio De la Fuente nos trae una completa guía de viajes para quienes se animen a agarrar su mochila y largarse a conocer tres interesantes destinos turísticos: el Valle de Elqui, la desembocadura del río Maule y Cartagena. No la de Indias sino la única, grande y nuestra; la misma en que está enterrado el gran Vicente Huidobro y que cada año es objeto de una peregrinación por parte de los estudiantes de la Universidad de Chile cuando reciben a los mechones.
Esta guía es también muy interesante de leer habiendo transcurrido 25 años desde que fuera publicada. Por cierto, muchas cosas han cambiado pero otras no tanto. Ya entonces el Valle del Elqui (o simplemente "el Valle" para los asiduos al esoterismo telúrico pachamámico) era considerado un lugar especial. Si mal no recuerdo, fue a través de la misma Bicicleta que me enteré que el eje magnético (o algo así) se había trasladado desde Los Himalayas a esa zona de Los Andes. Cómo no ir a conocer tan maravillosa zona entonces. Pues bien, ahí es donde la guía de Antonio Delaefe cobra relevancia. Es cosa de juntar unos pocos pesos porque un alojamiento en la mismísima Avenida Hernando De Aguirre en La Serena costaba $100 por noche. Sí, exactamente ¡cien pesos!. Por su parte, si la idea era ir hasta la desembocadura del Maule, había que desembolsar $450 (o sea, casi lo que hoy cuesta un viaje en metro) para trasladarse cómodamente en bus desde Santiago a Constitución. En cuanto a la hermosa Cartagena, ya entonces se había convertido en un balneario popular, término que connota en nuestro país algo más que un concurrido lugar. He de reconocer que cuando niño fui a veranear a Cartagena y que de adolescente, solíamos ir con mis amigos a disfrutar de la noche cartagenina mientras veraneábamos en casa de uno de ellos en El Quisco. Nada mejor que ir a comer fritangas y jugar flippers en los puestos ubicados frente a la Playa Chica y después irnos a la discoteque Gato Negro o Viuda Negra. No lo recuerdo bien. En todo caso, era típico que cuando la cosa estaba de lo mejor, se venía el clásico "Slow Ride" de Foghat. Imperdible. Claro que en esos años nunca supe de un asalto, cogoteo ni acuchillamiento. A lo más, las típicas peleas callejeras pero nada terrible, como dicen que sucede hoy en día. Snif. Qué tiempos aquellos.
Este número trae también una entrevista que le realizara Isabel Parra a Silvio Rodríguez en Varadero. Me imagino lo sufrido que debe haber sido para la Chabela tener que entrevistarlo en ese horrible lugar, jajaja. Sólo comparable a la querida Cartagena. Muy buena entrevista, por lo demás.
Pedro Armendáriz nos ofrece un artículo sobre el fenómeno de los monos de animación japonesa. En este caso se trata de la serie Mazinger Z, que sé que hoy es serie de culto para quienes la vieron desde niños. No es mi caso porque cuando la daban yo ya había dejado de ser niño. Sí recuerdo que los hermanos chicos de mis amigos la veían. Igual es interesante constatar lo que ya entonces povocaba este género televisivo y reparar en lo que ha llegado a ser hoy en día. Habría preferido que en lugar de Mazinger Z hubiesen hablado de las series japonesas que a mí me hicieron soñar cuando niño: Ultraman, Ultraseven, Robot Gigante, Príncipe Dinosaurio y Esper. Esas sí que eran series. Y en animación, me conformo con un artículo sobre Marine Boy y su amigo Chapotín.
El último artículo de este número es de Susana Kúncar sobre la PAA y todos los miedos que representaba para los estudiantes chilenos de aquellos años. Las presiones que sufrían los estudiantes de entonces, especialmente en un contexto en el que estudiar en una universidad privada no era aún una real alternativa para quien fracasaba en la prueba, deben haber sido realmente grandes. En fin, supongo que escribir un artículo sobre "los estudiantes y la PAA" en esos años no debe ser tan distinto de uno que hablara sobre "los estudiantes y la PSU" hoy en día. En todo caso, a fines de ese año de 1983 me tocaría dar la PAA de modo que debo haber leído el artículo con mucha atención.
Bueno, junto a la información sobre la actividad cultural y artística, los comentarios de discos y cassettes y las siempre interesantes cartas al director, en este número Eduardo Yentzen escribe una editorial que ya dejaría de serlo. Él prefería llamarla "Invitación" y en ella expresa su particular visión acerca de la situación que vivíamos entonces. Más que una dimensión política, la crisis de entonces era para Yentzen una crisis de civilización y el problema de fondo era el de la condición del hombre frente al desarrollo científico-técnico. No vayan a pensar que en lugar de Yentzen era alguno de los filósofos de la Escuela de Frankfurt el que escribía esas editoriales. Nada de eso. Es simplemente que poco a poco se fue perfilando en La Bicicleta esa atención más centrada en los problemas en el campo de la cultura (en su amplio sentido) que en el campo puramente económico y político. En fin, cada cual podrá estar de acuerdo o no con el tipo de enfoque que Yentzen solía darle al análisis de la realidad entonces, pero hay que reconocer que se publicaron muy buenos artículos que iban en esa línea de análisis.
Lamentablemente esta vez no hay historieta de Supercifuentes. Lo que pasa es que "Cifu" (como lo llamamos sus amigos) ese febrero de 1983 salió en un número especial que ya publiqué en este blog durante febrero de este año.
Bueno, entonces disfruten de este nuevo número de nuestra querida revista y no olviden dejar sus comentarios, saludos, buenos o malos deseos, o lo que quieran dejar de recuerdo en el blog.
DESCARGAR LA BICICLETA Nº 31 DESDE AQUÍ (Turboupload)
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En cuanto a narrativa, este número trae una selección del libro maya Popol Vuh. Por cierto, muchísimo antes que Andrés Pérez nos ofreciera esa hermosa puesta en escena del mágico libro con su Circo Teatro. Si mal no recuerdo, esto último fue a comienzos de los años noventa.
Siguiendo con el tema veraniego, Antonio De la Fuente nos trae una completa guía de viajes para quienes se animen a agarrar su mochila y largarse a conocer tres interesantes destinos turísticos: el Valle de Elqui, la desembocadura del río Maule y Cartagena. No la de Indias sino la única, grande y nuestra; la misma en que está enterrado el gran Vicente Huidobro y que cada año es objeto de una peregrinación por parte de los estudiantes de la Universidad de Chile cuando reciben a los mechones.
Esta guía es también muy interesante de leer habiendo transcurrido 25 años desde que fuera publicada. Por cierto, muchas cosas han cambiado pero otras no tanto. Ya entonces el Valle del Elqui (o simplemente "el Valle" para los asiduos al esoterismo telúrico pachamámico) era considerado un lugar especial. Si mal no recuerdo, fue a través de la misma Bicicleta que me enteré que el eje magnético (o algo así) se había trasladado desde Los Himalayas a esa zona de Los Andes. Cómo no ir a conocer tan maravillosa zona entonces. Pues bien, ahí es donde la guía de Antonio Delaefe cobra relevancia. Es cosa de juntar unos pocos pesos porque un alojamiento en la mismísima Avenida Hernando De Aguirre en La Serena costaba $100 por noche. Sí, exactamente ¡cien pesos!. Por su parte, si la idea era ir hasta la desembocadura del Maule, había que desembolsar $450 (o sea, casi lo que hoy cuesta un viaje en metro) para trasladarse cómodamente en bus desde Santiago a Constitución. En cuanto a la hermosa Cartagena, ya entonces se había convertido en un balneario popular, término que connota en nuestro país algo más que un concurrido lugar. He de reconocer que cuando niño fui a veranear a Cartagena y que de adolescente, solíamos ir con mis amigos a disfrutar de la noche cartagenina mientras veraneábamos en casa de uno de ellos en El Quisco. Nada mejor que ir a comer fritangas y jugar flippers en los puestos ubicados frente a la Playa Chica y después irnos a la discoteque Gato Negro o Viuda Negra. No lo recuerdo bien. En todo caso, era típico que cuando la cosa estaba de lo mejor, se venía el clásico "Slow Ride" de Foghat. Imperdible. Claro que en esos años nunca supe de un asalto, cogoteo ni acuchillamiento. A lo más, las típicas peleas callejeras pero nada terrible, como dicen que sucede hoy en día. Snif. Qué tiempos aquellos.
Este número trae también una entrevista que le realizara Isabel Parra a Silvio Rodríguez en Varadero. Me imagino lo sufrido que debe haber sido para la Chabela tener que entrevistarlo en ese horrible lugar, jajaja. Sólo comparable a la querida Cartagena. Muy buena entrevista, por lo demás.
Pedro Armendáriz nos ofrece un artículo sobre el fenómeno de los monos de animación japonesa. En este caso se trata de la serie Mazinger Z, que sé que hoy es serie de culto para quienes la vieron desde niños. No es mi caso porque cuando la daban yo ya había dejado de ser niño. Sí recuerdo que los hermanos chicos de mis amigos la veían. Igual es interesante constatar lo que ya entonces povocaba este género televisivo y reparar en lo que ha llegado a ser hoy en día. Habría preferido que en lugar de Mazinger Z hubiesen hablado de las series japonesas que a mí me hicieron soñar cuando niño: Ultraman, Ultraseven, Robot Gigante, Príncipe Dinosaurio y Esper. Esas sí que eran series. Y en animación, me conformo con un artículo sobre Marine Boy y su amigo Chapotín.
El último artículo de este número es de Susana Kúncar sobre la PAA y todos los miedos que representaba para los estudiantes chilenos de aquellos años. Las presiones que sufrían los estudiantes de entonces, especialmente en un contexto en el que estudiar en una universidad privada no era aún una real alternativa para quien fracasaba en la prueba, deben haber sido realmente grandes. En fin, supongo que escribir un artículo sobre "los estudiantes y la PAA" en esos años no debe ser tan distinto de uno que hablara sobre "los estudiantes y la PSU" hoy en día. En todo caso, a fines de ese año de 1983 me tocaría dar la PAA de modo que debo haber leído el artículo con mucha atención.
Bueno, junto a la información sobre la actividad cultural y artística, los comentarios de discos y cassettes y las siempre interesantes cartas al director, en este número Eduardo Yentzen escribe una editorial que ya dejaría de serlo. Él prefería llamarla "Invitación" y en ella expresa su particular visión acerca de la situación que vivíamos entonces. Más que una dimensión política, la crisis de entonces era para Yentzen una crisis de civilización y el problema de fondo era el de la condición del hombre frente al desarrollo científico-técnico. No vayan a pensar que en lugar de Yentzen era alguno de los filósofos de la Escuela de Frankfurt el que escribía esas editoriales. Nada de eso. Es simplemente que poco a poco se fue perfilando en La Bicicleta esa atención más centrada en los problemas en el campo de la cultura (en su amplio sentido) que en el campo puramente económico y político. En fin, cada cual podrá estar de acuerdo o no con el tipo de enfoque que Yentzen solía darle al análisis de la realidad entonces, pero hay que reconocer que se publicaron muy buenos artículos que iban en esa línea de análisis.
Lamentablemente esta vez no hay historieta de Supercifuentes. Lo que pasa es que "Cifu" (como lo llamamos sus amigos) ese febrero de 1983 salió en un número especial que ya publiqué en este blog durante febrero de este año.
Bueno, entonces disfruten de este nuevo número de nuestra querida revista y no olviden dejar sus comentarios, saludos, buenos o malos deseos, o lo que quieran dejar de recuerdo en el blog.
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2 comentarios:
Hola amigos,
Aca nuevamente bajando otro numero de esta revista, que para mucho de nosotro sifgnifico la unica valvula de escape, a tanta mierda que ocurria en este pais. Espero que este blog siga y que aparezcan muchos mas numeros, como por ejemplo los de Victor, Angel, Inti, Quila, etc etc.
Ojala aparezcan pronto.
Los invito tambien a visitar mi blog.
http://rchnch.blogspot.com/
Un abrazo para todos y felecitar al creador de este blog.
Saludos
rch_nch
He estado hablando con varios amigos de frecuentar el sitio de la revista La Bicicleta y me han pedido si puedes subir vídeos de esos tiempos que se relacionen con el nº de la revista o al menos al tiempo en que la revista existía como tal. No se si puedes hacerlo, pero es una forma de compartir estando en tu sitio e incentivar a las personas a recordar su verdadera formación. Muchas gracias.
Saludos
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